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Incertidumbre en tiempos de coronavirus

  • Foto del escritor: Alex Negrete F
    Alex Negrete F
  • 6 abr 2020
  • 4 Min. de lectura

Muchos de nosotros hemos estado teniendo sentimientos de inseguridad, ansiedad y temor por todo lo que está pasando, y es normal ya que tenemos ante nosotros una situación incierta.


Es común sentir incertidumbre a lo largo de nuestras vidas, nos pasa cuando nos cambiamos de escuela, cuando te mudas de ciudad, cuando cambias o es tu primer trabajo, cuando revelas tus sentimientos a la persona que te gusta o hasta le pedimos matrimonio. Esta incertidumbre se acaba tarde o temprano, depende de qué tan rápido nos adaptemos a las nuevas circunstancias, es decir, sabemos que es algo temporal.

La incertidumbre es una sensación de incomodidad porque no se conoce el resultado de los que sucederá en un futuro, nuestra mente empieza a trabajar en exceso imaginándonos mil y un posibles escenarios, sobresaturamos nuestra mente tratando de encontrar una respuesta que nos mantenga calmados.

Hoy, el mundo entero vive una situación de incertidumbre, a diferencia de los ejemplos anteriores, nosotros no sabemos cuándo acabará todo esto. El Covid-19 se trata de una incertidumbre temporalmente indefinida. Al finalizar los años anteriores, podíamos darnos una idea de cómo sería el año siguiente, nos atrevíamos a decir que sería casi igual (aunque no lo fuese) porque el asumirlo nos tranquilidad. Pero, hoy por hoy no podemos hacer eso, no sabemos cómo se va a transformar el mundo después del Covid-19.

El estado de las cosas en el mundo ya tenía un buen tiempo relativamente estable, nuestro mundo no ha sufrido una “sacudida” fuerte, históricamente los cambios tecnológicos derivan en fuertes cambios sociales, culturales o incluso revoluciones o guerras. El orden político, económico y social se había mantenido relativamente estable y el Covid-19 llega como una nueva variable que no se tenía prevista a sacudir aún más el orden que ya por sí se estaba tambaleando.

Es un hecho que las cosas cambiarán, pero todavía no sabemos la magnitud del dicho cambio, ¿será para bien o para mal? ¿saldremos de esto como humanos con una mayor consciencia y solidaridad social y ecológica o seremos aún más nacionalistas y autoritarios? La respuesta a todas estas preguntas las tendremos únicamente cuando la realidad nos la dé.

Desconocemos el número total de personas que fallecerán, desconocemos la disponibilidad de la vacuna (cuando esté lista), no sabemos a ciencia cierta cuánto más durará el confinamiento y distanciamiento social, el impacto económico que tendrá. Los análisis que se hacen parten de experiencias pasadas para poder darnos una suerte de dirección (la pandemia del 2009) pero en sentido estricto no pueden explicar la actual.

Por mucho que hemos avanzado como especie, nos estamos dando cuenta de que la contingencia nos está rebasando, podemos ver ahora las limitaciones que tenemos como especie que ha tenido un exceso de confianza en su progreso como para pensar que algo como ésto podría llegar a afectarle tanto. Todo el progreso y avance que hasta ahora hemos logrado parecen no ser suficientes. La naturaleza nos vuelve a hacer sentir como seres inferiores e indefensos, ¿verdaderamente tenemos nosotros el control sobre ella?

La realidad es que no hay forma de eliminar la incertidumbre, muchas preguntas tienen respuestas a medias, otras ni siquiera las tienen. Estamos ante un evento que ya adquirió magnitud histórica, de esta pandemia se hablará en las clases de historia de las generaciones que están por venir. Claro que la sensación de incertidumbre se agudiza si el impacto en la vida cotidiana ha sido mayor, por ejemplo, riesgo a perder el trabajo, familiares contagiados, si no sabes si tu nuevo negocio como emprendedor resistirá o si eres parte de los grupos vulnerables.

Pero si sientes incertidumbre no te culpes, es normal, malo sería que estuvieses tranquilo sabiendo que estás en una situación de alto riesgo. Como no podemos eliminar la incertidumbre, porque es algo irracional, podemos intentar controlarlo de acuerdo con nuestras capacidades (meditar, ejercicio en casa, leer, escribir, dibujar, convivir en persona o a distancia). Eso es lo que muchos sugieren, cuando en realidad no deberíamos de recriminarnos por no adquirir un nuevo hobby, no leer un libro en cuarentena, no salir con un nuevo negocio. Sí, las crisis pueden ser un gran inicio para un desarrollo personal, pero también es cierto que en los últimos días se ha compartido publicaciones con un discurso erróneo de “autoayuda” el cual nos dice que debemos sonreír todo el tiempo, u otra la cual recrimina diciendo que si no se aprende algo nuevo, o se tiene un nuevo negocio o aptitud en esta cuarentena es por falta de disciplina. Al final del día esto es una crisis, cuestan trabajo (más para unos que para otros) y no todos tienen el lujo de divertirse o ponerse creativos, todos tenemos diferentes formas de sobrellevarla y se deben respetar.

Si hay algo que sabe hacer el ser humano es superar las adversidades, y ésta, como todas las anteriores, no es la excepción. Llegará un momento en el que todo esto será únicamente historia y, con suerte, aprendizaje, porque creo que debemos de salir de esta siendo mejores personas para construir un mejor mundo.


 
 
 

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