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Sobre la destrucción de estatuas.

  • Foto del escritor: Alex Negrete F
    Alex Negrete F
  • 19 jun 2020
  • 3 Min. de lectura

Durante las justificadas protestas en contra del racismo en todo el mundo no ha faltado la gente que ha derribado o vandalizado estatuas. Pero el hecho de destruir o vandalizar estatuas de figuras históricas que no representan el conjunto de valores que hoy en día promovemos e impulsamos es un sinsentido.





Si la estatua en cuestión fue de una persona despiadada, un malévolo sanguinario que representa la antítesis de todos los valores que hoy en día tomamos como correctos tendría sentido, pero ¿por qué atacar la estatua de una figura y condenar todo su legado por el simple hecho de que sus posturas raciales no son aceptadas actualmente, como lo fue la estatua de Winston Churchill, quién fue un personaje importante para la acabar con un régimen mucho más totalitario y racista como el que pretendía Hitler?

Si muchos grupos de minorías han ganado derechos, voz y votos con el paso del tiempo, eso quiere decir que los líderes de antes no reconocían ni conocían esos derechos que hoy en día se defienden a capa y espada. Lo que hoy nos parece injustificable e indignante antes era la norma. La gran mayoría de figuras autoritarias tenían formas de concebir al mundo y las normas sociales que hoy en día nos parecen absurdas y vulgares. E incluso hay quienes todavía sostienen la epístola escrita por Melchor Ocampo cuando se trata del matrimonio y las familias.

Muchas de esas figuras vivieron antes de que el mundo progresara entonces se vuelve un sinsentido juzgarlos con nuestra actual escala de valores del siglo XXI. Es absurdo y anacrónico, debemos contextualizar sus acciones con los tiempos que se vivían y de acuerdo con eso hacer nuestros juicios acerca de si X o Y fueron buenas o malas personas. Si no aprendemos a contextualizar, muchos llegan a la incorrecta conclusión de que el pasado es algo con lo que tenemos que estar peleado y por consiguiente debe ser eliminado cualquier reminiscencia de él. Lo cual es un terrible error, toda sociedad necesita un legado, tener un pasado, una serie de relatos que expliquen y justifiquen su existencia hoy en día.

A pesar de que muchas de las acciones de figuras históricas puedan parecernos desquiciadas, ese legado debe mantenerse. No se pueden borrar aportaciones de grandes pensadores sólo porque eran misóginos, cuando eso era la norma en sus tiempos. Es cuestión de maduración aprender a separar las acciones de un personaje con su legado histórico, filosófico, científico, artístico o de cualquier ámbito. Lo chistoso y paradójico es que en el futuro las generaciones mirarán como abominable e inhumano a quienes hoy en día están por la inhumanidad de nuestros antecesores llegando a la conclusión de que somos una especie sin la capacidad de aprender lecciones y llenos de rencor .

El pasado es aprendizaje, experiencia, no es algo de lo que debamos anclarnos y estar resentidos ni molestos. Cuando leemos de historia y sus aberrantes relatos de masacres y guerras, debería generar el sentimiento opuesto al que muchos comparten hoy en día, debería generar orgullo, que hemos trascendido, evolucionado como sociedad. Y que actualmente estemos mejor que antes, eso no significa que no podemos mejorar nuestro entramado social, pero siempre teniendo en cuenta de dónde venimos, viendo al pasado con ojos críticos más que resentidos. Lo primero ayuda a mejorar el tejido social, lo segundo solo lo fragmenta y lo va destruyendo poco a poco.

 
 
 

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