¿Qué pasa después de la muerte?
- Alex Negrete F
- 1 nov 2020
- 5 Min. de lectura
En estas fechas de Día de Muertos no pude evitar ponerme a pensar acerca de este tema que a muchos les incomoda. Algunas personas le tienen miedo a la muerte, otras no tanto. Pero es lo único de lo que tenemos total y absoluta certeza. Pero ¿alguna vez te has imaginado qué sucederá cuando llegue ese momento?

Todos moriremos algún día. Hasta ahora ningún ser viviente se ha salvado de este fatídico destino.
¿Qué sucede después de la muerte? El ser humano se ha tratado de plantear respuestas desde distintos puntos de vista: Que si nos iremos al cielo o, si fuimos malos, al infierno, que reencarnaremos (en otro ser humano u otra especie), pero de los miles de millones que han muerto, nadie ha regresado para darnos un testimonio (aunque haya algunas personas que lo han afirmado). Nos hemos apoyado de la religión para darle respuesta a esta interrogante, mientras que, hasta ahora, la ciencia no tiene una respuesta en concreto.
Todas estas cuestiones y preguntas generan más preguntas. Para ello, primero tenemos que explicar y entender su opuesto, es decir, qué es estar vivos y lo que se sabe hasta ahora de la conciencia (reconocer que estamos vivos).
¿Qué es la vida y qué es la conciencia?
La vida la defino como una serie de procesos biológicos temporales, nacemos, vivimos un cierto tiempo y morimos. Las personas, en su forma, dejan cierto legado, ya sean hijos, aportaciones culturales, científicas, sociales o de otra índole que ejerza influencia en la historia del ser humano, aunque sean contribuciones negativas.
Una característica del ser humano es su capacidad de estar conciente de sí mismo a nivel más profundo que otros animales. Dada esta capacidad, por medio de la filosofía y la metafísica hemos tratado de entender a nuestro ser, qué es y cómo es que interactúa con su entorno. Se ha dicho que tenemos un alma que, de alguna u otra forma, no forma parte del cuerpo, sino es una entidad no corporal inmutable y que es la fuente de conciencia pura del ser. Tendencias más actuales nos han revelado más sobre la conciencia. Se sabe que la personalidad no es ajena a una serie de procesos bioquímicos, hasta cierto punto está condicionada por ellos. Las sensaciones de alegría, dolor, tristeza se generan gracias a procesos bioquímicos y neurológicos que tienen lugar en nuestro cuerpo. Se sabe que las sensaciones negativas no son un castigo divino, sino que tienen como fin la supervivencia y estabilidad del individuo, como lo es el duelo, miedo o desagrado.
Todo indica que nuestra forma de ser (única entre todos los demás) es producto de diversos factores biológicos y culturales. Todavía falta develar mucho acerca del cerebro, ¿cómo es que una serie de actividad eléctrica entre neuronas genera la conciencia? La conciencia es como un “loop” o bucle de diversos procesos que tienen lugar en el cerebro, así como un par de llantas que al repetir su movimiento circular son capaces de generar movimiento de un objeto, la serie de procesos neuronales generan lo que llamamos conciencia.
Sabemos qué es la conciencia, pero no hemos sido capaces de responder (desde la ciencia) por qué somos concientes.
Partiendo de aquí surgen dudas y teorías de sobre nuestro destino cuando dejemos este mundo.
Cielo e Infierno.
Se dice que si hemos sido buenas personas iremos al cielo donde tendremos felicidad infinita, o si hemos sido unos hijos de la… , entonces la pagaremos en el infierno y sufriremos como nunca para siempre.
Si vamos al cielo o al infierno o cualquier supraterrenal ¿cómo podemos seguir siendo nosotros mismos cuando todas esas variables que explican nuestra conciencia y personalidad queden enterradas bajo tierra o hayan sido cremadas? Bajo tierra quedará el cerebro que almacenaba nuestras memorias y todas las glándulas capaces de secretar hormonas y neurotransmisores. ¿Todo ello se traslada, se convierte en otra cosa? ¿Acaso todo eso que se explicaba por lo biológico y cultural se convierte en una especie de energía que hace que el espíritu (si es que éste existe) persista? Así como cuando convertimos un archivo de Word en otro formato como una imagen donde podemos ver lo mismo desplegado en una pantalla pero que en su funcionamiento y esencia es completamente distinto.
Y si en el infierno sentiremos un dolor infinito cómo es que se va a percibir, gracias a qué estructuras, partiendo de la premisa que son elementos físicos y sustancias químicas las que provocan esta clase de sensaciones. ¿Habrá algún equivalente? ¿sufriremos o gozaremos de alguna otra forma que nos sea totalmente desconocida?
La ciencia no ha llegado tan lejos para poder responder estas preguntas, y puede ser que sean cuestiones que jamás lograremos concluir y nos limitemos simplemente a aceptarlas.
Reencarnación.
Preguntas similares surgen cuando se habla de la reencarnación. Si partimos de que la conciencia y personalidad se explican por factores biológicos y culturales, y estos se transforman en una especie de energía (o espíritu), entonces podríamos pensar que éste es capaz de trasladarse a otra entidad corporal que se va a formar y nacerá eventualmente. Pero si esa energía que es una copia de lo que antes estaba determinado por ciertos factores biológicos y culturales reencarna en otra entidad corporal, entonces ¿se manifestará de la misma manera? Sería una copia de una persona a otra. Piénsalo como un Word (la primera persona) que conviertes en PDF (energía o espíritu) y luego en un Google Docs (segundo cuerpo).
Para esto tendremos que descartar los factores culturales, porque estos se aprenden empíricamente y un bebé recién nacido no sabe nada de cultura que, por cierto, nunca va a ser igual a lo largo del tiempo. ¿Entonces sólo reencarnarían los factores biológicos? ¿Podríamos decir que se trata de la misma entidad espiritual?
Esto nos da para reflexionar qué tan trascendental puede ser la reencarnación, ya que tu espíritu que habitará en el nuevo cuerpo en el que reencarnaste no recordará tu vida asada. En caso de que sí existiera, ¿sabes quién eras antes? ¿te acuerdas de aquello que viviste y sentiste en tu vida pasada? ¿Cómo podemos decir que es la misma persona si existe una desconexión en la forma en que ambos seres se manifiestan (desconexión material, de lo accidental e incluso de lo esencial)?
¿Y qué hay si eres ateo?
Los ateos lo tienen más difícil, ya que ellos lidian con el concepto del “No ser”. Si nuestra personalidad y conciencia son resultado de factores biológicos y culturales y no hay nada más allá de eso ¿si morimos entonces dejamos de existir por completo. Entonces ¿qué implica dejar de existir?
¿Es estar en un lugar completamente oscuro en donde no seremos capaces de interactuar con algo? Incorrecto, porque estar en un lugar oscuro implica seguir estando concientes de uno mismo lo cual, evidentemente, ya no sucedería.
¿Si ya no somos, qué será de nosotros? Es imposible imaginarlo, no podemos imaginar la nada. No hay forma de concebirlo porque el ser humano sólo puedo imaginar o pensar en relación de algo preexistente. El vacío lo explicamos como la ausencia de “X”, algo que debería de haber y ya no está, pero no nos explicamos el vacío por sí mismo.
Tratar de entender el no ser, es tratar de explicar el vació con relación a nada, y eso es imposible para nuestra psique. No es posible concebir el “no ser”.
Conclusión.
Obviamente mi conocimiento no es absoluto (ni pretende serlo) esto es nada más y nada menos que mi interpretación con base en lo que he vivido y leído. No soy especialista en ninguna de las disciplinas que he mencionado. Es probable que haya dejado muchas cuestiones científicas, filosóficas y metafísicas fuera de este texto y si piensas que he omitido algo te invito a comentarlo.
La intención no es tener la razón, sino reflexionar sobre un tema muy escabroso pero inminente como lo es la muerte cuya existencia nos define biológica y culturalmente como seres humanos, especialmente en un país como México.
A todos nuestros fieles difuntos, Que en Paz Descansen...
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