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La transición del “Godinato” al Home Office

  • Foto del escritor: Alex Negrete F
    Alex Negrete F
  • 24 may 2020
  • 4 Min. de lectura

El coronavirus trajo consigo muchos cambios culturales y de organización en la sociedad. La cultura del trabajo es la que especialmente va a tener una buena sacudida.




Una sociedad se moldea tanto por factores intrínsecos (crisis económicas, guerras y otros conflictos de interacción con otras sociedades) y factores extrínsecos (desastres naturales epidemias o pandemias), así es como podemos decir que una sociedad no es una constante a lo largo del tiempo, sino el producto de diversos equilibrios que la va modificando y adaptando con el paso del tiempo.

Los cambios tecnológicos han tenido un alto impacto en los últimos años, han modificado la manera en la que convivimos y nos comunicamos. Cuando una nueva tecnología llega y se extiende a toda la población, nuestra cultura sufre modificaciones, y los patrones culturales que en un contexto funcionaban, dejan de hacerlo o se modifican tras la irrupción de la tecnología. Es así como hemos visto cambios drásticos en la convivencia humana, en el ámbito laboral se ha cambiado la fuerza o mano de obra por el conocimiento, otro tipo de inteligencia producto del cual muchas mujeres comienzan a buscar su emancipación (no todos los cambios son perjudiciales) desde hace varias décadas.

Las pandemias son modificadores biológicos (por decirlo de alguna manera) de la sociedad, no son necesariamente buenas o malas, ya que esto es algo subjetivo, pero en nuestra visión antropocéntrica son indeseables, ya que la muerte de personas nunca es algo que se desea. Este tipo de situaciones suelen mover los cimientos de una sociedad y sacarla de su zona de confort o de su status quo con el fin de adaptarse y sobrevivir.

Los sistemas (en la naturaleza y hasta en una gran ciudad) cuando están en reposo o no hay una fuerza externa que lo altere gravemente tienden a la conservación, a permanecer en el estado actual porque eso funciona y no se modifican porque eso genera caos que se traduce en cambios conductuales, de cultura, y es que estos demandan cierto esfuerzo y son incómodos, especialmente para aquellas personas más reacias al cambio.

Y ahora lo estamos viviendo en carne propia, el hecho de que no debamos salir de nuestras casas, la iniciativa privada ha tenido que buscar nuevas alternativas para producir y que el sistema económico no colapse. Todos estos cambios (en el mejor de los casos) hacen que nos demos cuenta de que podemos operar de otras formas y que pueden llegarse a hacer de manera más eficiente.

Uno de los ámbitos que va a sufrir muchas modificaciones es el de la cultura del trabajo y especialmente en México es una cultura que se ha resistido al cambio. Sí ha habido cambios en esta cultura en las últimas décadas, pero no han sido suficientes y se están viendo rebasadas por los avances tecnológicos e innovaciones. Aquellos freelancers o que hacen home office ya tienen más experiencia, porque trabajar desde casa requiere otro tipo de organización y disciplina. Los que ya hicieron el cambio de ser “godin” a trabajar desde casa no es fácil, se deben cambiar hábitos, adquirir una autodisciplina porque ya no se tiene ese colchón que muchos empleos dan (salario, prestaciones, seguro). Muchas veces trabajan más de 8 horas, pero tienen un elemento muy preciado: Flexibilidad.

Las ventajas del home office es que no se hacen traslados diarios, no se padece del tráfico y todo el estrés que muchas veces conlleva y eso repercute de manera positiva en la salud (física y mental). Se adquiere una mayor flexibilidad de horarios y con una buena organización tienes más tiempo de hacer otras actividades y esto (muchas veces) se traduce en una mayor productividad.

Esto hace necesario reflexionar acerca de la necesidad de cambio en la cultura laboral mexicana. El seguir obligando a muchos empleados en una empresa a seguir un horario fijo se está traduciendo en una productividad muy baja porque no es práctico y repercute en la salud del individuo. ¿De qué sirve presumir que México es un país muy chambeador, en el que la gente trabaja mucho, cuando en realidad se trabaja más horas y se es menos productivo? Mucho de ese tiempo es mal utilizado y solo porque todo está estipulado en un contrato.

El coronavirus ha obligado a muchas instituciones educativas a trabajar en línea, les obliga a hacer aquello que por voluntad propia no habían hecho. Muchas empresas se están dando cuenta de lo inútil que es tener a todos sus empleados en oficinas cuando muchas de esas labores se pueden hacer desde casa, los mayores miedos de los empresarios (perder ingresos y productividad) se están cumpliendo producto de sus prejuicios e incongruencias al no querer adaptarse a los cambios (resistencia al trabajo en casa) . La cultura laboral que hoy en día tiene la mayor parte de México, puede que era útil en el siglo pasado, pero los cambios tecnológicos hacen que salgan a la superficie otras formas más viables de trabajo.

Todos se verán beneficiados, aquellos que tengan la oportunidad de quedarse en casa y aquellos que , por las características de su trabajo, tengan que trasladarse. Habrá menos carros circulando, menos saturado el transporte público , esto genera menos contaminación, mayor salud en general y al final aumenta la productividad.

La pregunta es: ¿Estamos dispuestos a dar ese paso? ¿o preferimos quedarnos con modelos arcaicos?

Ninguna crisis es buena o deseable, y menos una que se ha cobrado la vida de miles de personas, pero muchas veces son inevitables y eso es lo que nos obliga a reflexionar acerca de la naturaleza del cambio y cómo este es necesario para replantearnos de tal forma que se vuelva benéfico para todos.

 
 
 

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