Hablemos de libre expresión y discriminación
- Alex Negrete F
- 4 jul 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 4 jul 2020
¿Debe ser permitido o no discriminar? ¿Se vale censurar a las personas sin importar su derecho a la libre expresión? ¿En dónde está ese límite de lo que se puede o no decir?

Para fines de este artículo, llamaremos discriminación al acto en su contexto negativo que atenta, denigra y agrede la integridad de otra persona y no al acto de decidir (porque cuando hacemos una elección discriminamos una cosa a favor de otra.
Los individuos tenemos derecho a tomar decisiones libres, y no hay autoridades que puedan hacer algo al respecto siempre y cuando esa decisión se encuentre dentro del marco normativo y legal y no transgreda los derechos de otras personas.
La mayoría del tiempo estamos haciendo decisiones y tomando elecciones y en esas acciones una cosa o persona se verá más favorecida que otra, si a la gente le atrae personas de estaturas altas, los de baja estatura se verán desfavorecidos. La gente tiene derecho a hacer esa clase de decisiones. Yo puedo optar por tener un grupo de amigos deportistas y no gamers porque con los primeros me entiendo mejor, y tengo ese derecho a elegir porque no estoy buscando explícitamente agredir o perjudicar a los otros grupos de personas ni atento contra su dignidad.
A ojos de muchos parece injusto, pero en realidad no lo es. Ningún ser humano es igual, todos tenemos diferentes características que en ciertos escenarios nos brindarán ventajas mientras que en otras, desventajas. Entendiendo esto, sería una falacia pensar que todos tenemos derecho a tener los mismos resultados en la vida (mismo sueldo, mismo número de parejas, de bienes, entre otras cosas). Esa falsa igualdad producto de una obsesión por tener a todos al mismo nivel no es compatible con los principios básicos de la vida y biología.
¿Qué hay de los prejuicios?
La gente tiene derecho a tener prejuicios en sus mentes simple y sencillamente porque nadie tiene derecho de ejercer fuerza o coerción sobre su conciencia. Y seamos sinceros, todos albergamos o hemos albergado prejuicios contra otras personas, hasta los más puritanos de estos tiempos. Lo ideal sería hacer una introspección de vez en cuando para ver si seguimos teniendo esos mismos prejuicios. Pero nadie puede obligarnos a cambiar nuestra forma de pensar, nadie.
A lo que no tenemos derecho es a discriminar de forma explícita y en público a otra persona con base en ese prejuicio que albergamos. Uno puede pensar que los homosexuales son degenerados, las feministas histéricas, los conservadores unos nazis retrógrados, pero insultar a otra persona simplemente por el hecho de ser es un ataque hacia su integridad.
En pocas palabras: tenemos derecho a pensar lo que queramos, pero no a hacer lo que queramos con aquello que pensamos.
Un acto discriminatorio no tiene justificación ética ni moral. Los actos discriminatorios (en un Estado ideal) sólo deberían ser sancionados por el Estado cuando este acto atenta contra la integridad de otras personas. El Estado garantiza una libre expresión, y si así lo decide uno puede hacer chistes machistas, homófobos, misóginos o xenófobos, sin embargo, esto no implica que la sociedad esté obligada a tolerar este tipo de actitudes. Las leyes formales lo permiten (porque garantizan libre expresión), pero las normas sociales y el “contrato social” bajo el cual vivimos y que, la gran mayoría, aceptamos, los reprueba.
Entonces, un grupo de personas puede decidir excluir a aquella persona por decir comentarios discriminatorios, eso es parte de la libertad de elección que tienen. Hay quienes dicen que hoy en día se está vulnerando la libertad de expresión, pero ello únicamente existe cuando el Estado activamente aplica medidas coercitivas para censurar a grupos de personas (como fue el caso de Chumel Torres) . La censura sólo ocurre cuando el Estado actúa explícitamente, cuando un grupo de personas excluye a un individuo o a otro grupo, es un derecho a elegir con quien convivir y asociarse, de no ser así estarían vulnerando el derecho de elección, es decir, te estarían obligando a convivir con gente que tiene discursos discriminatorios.
Dicho esto, el Estado no tiene derecho a obligar a una empresa del sector privado a contratar gente de distintas etnias o de diversidad sexual. Con lo único que deben cumplir es con sus obligaciones hacia el Estado, pero la manera en la que se ejecuta es independiente y si decide no contratar a gente homosexual, mujeres o negros se debe respetar. Ahora, una sociedad puede determinar que, si esa empresa de cierta forma discrimina a grupos sociales, está en todo su derecho a manifestarse, protestar e indignarse, criticar y presionarla. O bien se pueden organizar para dejar de comprarle y sin consumidores no hay ingresos que son el sostén básico de toda empresa y probablemente se vería obligada a reestructurar sus valores.
Y es el mismo caso con la comedia, el Estado no tiene derecho a dictaminar qué tipo de comedia se puede o no hacer, pero la sociedad tiene derecho a manifestarse por uno u otro tipo de comedia, o a no consumirla dejando de ver el programa. Incluso algún club o cadena televisiva tiene el derecho a no contratar a gente que haga chistes de índole discriminatorio.
Como sociedad establecemos nuestras normas sociales y ellas no implican un atentado contra la libertad de expresión.
Primero, el Estado no puede ni debe interferir en la libertad de elección y expresión de sus ciudadanos (a menos que esas libertades pongan en riesgo la integridad de otros). Segundo, tu libertad de expresión no significa que la gente deba de tolerar y aguantar todo lo que dices. Y tercero, las normas y convenciones que establece la sociedad son necesarias para que todos tengan libertades y al mismo tiempo estar al margen de las mismas (normas sociales) para que no haya transgresiones hacia la integridad de otras personas.
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