Cuando el capitalismo se robó la bandera gay
- Alex Negrete F
- 1 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Cada año en el mes de junio muchas compañías adoptan la bandera del orgullo gay y se suman a la causa. ¿Es parte de una conspiración? ¿Verdaderamente están comprometidos con la causa o sólo quieren generar dinero?

La homosexualidad siempre ha sido una constante en el mundo, lo que ha variado en el paso de los años es cómo ésta ha sido recibida, la cual ha ido cambiando con el paso del tiempo de forma progresiva logrando cada vez una mayor inclusión dentro de la sociedad. Sigue habiendo opiniones divididas, lo cual no es necesariamente algo malo, hay quienes creen que se está imponiendo la ideología de género y defienden los valores tradicionales (sectores conservadores) y hay quienes apuestan más por las libertades individuales.
Unos están a favor de que muchas empresas se sumen al movimiento ya que esto genera una mayor propagación de la causa y habla de una mayor sensibilización hacia ellos. Sin embargo, no todos los miembros del colectivo LGBT o simpatizantes están contentos con que las compañías porten la distinguida bandera de arcoíris puesto que sienten que se está mercantilizando la causa. De repente esa bandera se encuentra en los doritos, en los tenis Nike, en todas las marcas de ropa y hasta en botellas de alcohol. Pero ¿quién tiene la razón?
La tarea de los capitalistas siempre será generar utilidades, capital, para hacerlo tienen que satisfacer diversas necesidades del mercado para que así la gente esté dispuesta a comprar sus productos/servicios. El capitalismo influye en la cultura porque en cierta medida modifica patrones de consumo y comportamiento al ofrecer diferentes productos que generan nuevas modas o tendencias.
El capitalismo no tiene una causa social, sí, ciertamente genera empleos, innova y puede sumarse a diversos proyectos sociales cuando éstos se traducen en un beneficio para la marca. Lo que hace es amplificar el panorama actual, replica lo que ya existe y eso se ve en toda la publicidad que se hace en los productos, especialmente mientras más libre sea un mercado.
Pero todo se reduce a una palabra: Negocio.
Antes de tomar la decisión de sumarse a la causa, muchas empresas tuvieron acceso a estudios demográficos que arrojan que la gente más joven es la que simpatiza más con la comunidad LGBT que la gente mayor y que el matrimonio igualitario cada vez tiene una mayor aceptación. Se tiene que estudiar a distribución demográfica de los productos de las marcas que desean vender, en este caso, muchas de las que se sumaron se encuentran dentro de las clases media, media-alta y alta lo cual hace que sea muy rentable.
También, el hecho de sumarse a una causa como lo es el orgullo gay hace que la compañía refleje valores que les conviene transmitir: apertura al cambio, innovación, empatía. Es el mejor caldo de cultivo para hacer crecer su empresa. Y no sería la primera vez que el capitalismo absorbe causas. Puede resultar contradictorio cuando el capitalismo absorbe causas que en sí eran de naturaleza “rebelde”, tomando en cuenta que en su rebeldía muchos encuentran su propia causa, y ésta deja de serlo cuando se empiezan a vender productos de ésta desde el mainstream o convencional. Pero en este caso la causa (aceptación del colectivo LGBT en la sociedad) es totalmente reconciliable con lo convencional porque al final lo que logran es que ellos se vuelvan parte de las estructuras de la sociedad y no algo ajeno a ellas.
Al final la empresa hace las cosas por interés propio, pero al hacerlo como efectos colaterales ayuda al colectivo LGBT, las empresas logran hacer una mayor difusión del mensaje y esto coadyuva a su anhelo de aceptación por parte de la sociedad para que puedan consumir sus productos. Y el hecho de unirse genera un compromiso con ese mercado, ya que no le convendría como empresa tomar acciones o medidas homófobas ya que terminaría en la desaprobación del público.
En teoría pareciera una simbiosis entre las empresas y los colectivos, pero nadie sabe exactamente que sucede bajo la superficie de estos icebergs que son las empresas. En pleno 2020, México sigue siendo uno de los países en los que los crímenes por odio se suscitan día a día y son de los crímenes menos penalizados, y las condiciones laborales para este sector son más bajas. Incluso en países primermundistas como Estados Unidos hay quienes creen que es pura hipocresía con condiciones laborales de explotación y que muchas de compañías apoyan a políticos anti-gay.
La forma en la que el capitalismo se expresa es un reflejo de lo que ya existe, amplifica de forma masiva el ethos cultural vigente, no es algo que se hayan inventado y mucho menos una causa social promovida por ellos. Habría que ver en junio, con la cancelación de muchas marchas del orgullo gay, cómo se comportan estas empresas y su compromiso con estos colectivos, o si bien: “no es nada personal, sólo negocios”.
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